Velocidad de la sombra.


Los fantasmas huyen de los hombres, se mueven a velocidades que sus ojos no pueden captar, porque en el fondo los hombres inventaron a los fantasmas y estos a los hombres y, en caso de encontrase una noche, se pueden destruir mutuamente.

Hambre.

Apelás al corazón de los odiadores, al aprecio de los despectivos, al dinero de los ladrones; porque en el fondo no te importa. En el infierno no hay mejores ni peores, ricos ni pobres, buenos o malos. En el infierno todo es miedo, y al igual que en el paraíso, los fantasmas necesitan comer.

Proyección.

Tu cuerpo desmaterializado te ha dejado sola. Ahora recorres el destino como una sombra sin cuerpo. Él se llevó los sueños y el futuro, a vos te tocó cargar las pesadillas y el presente, eterno presente, sin pasado y sin mañana. Ellos te miran y ríen, aun no aprendieron a llorar, los demás ni te ven, necesitás el brillo de la noche para que vean la sombra, pero ellos se esconden y vos seguís buscando un cuerpo que ya sabés inexistente.

Ausencias.

El asfalto se escapa de los autos que por no saber a dónde ir, lo aplastan una y mil veces. Las luces artificiales nos recuerdan que estamos en los dominios de la noche y que ella todo lo cubre. Sólo las almas muy valientes y las que ya han sido vendidas, se atreven a salir, las demás temen que la noche oscurezca sus vidas para siempre.

Zapatillas.

La oscuridad de la noche ilumina los códigos para quien sabe entenderlos. Mirando al cielo de la penumbra podrás encontrar las salidas de emergencia para las almas de los que nunca entraron. Si entras por esas puertas el suelo deja de ser sólido para volverse etereo y el vuelo, necesario para soportar los pies en la tierra. Nadie vuelve del infierno cuando es desde ahí que emprende el viaje.

Maternidad.


El peso del carro es incomparable al peso del futuro, mirás a tu hijo siguiéndote a la nada, arrastrándose junto a vos, sabiendo lo imposible de su crecimiento, lo inútil. Y empujás.

Ley Fantasma


Te tengo miedo y ellos lo saben y por eso te persiguen y me dejan tranquilo pegándote y lastimándote para convencerme de que mi miedo es atendido. Y al final veo que es del pánico a mi mismo que ellos me protegen y de eso tengo miedo.

Zombis inmortales.



No se sabe si vas o venís, las luces te confunden el camino y, en el fondo, no te importa. Allá o acá es lo mismo, la nada. La ciudad no te protege pero te permite vivir. Al fin de cuentas los fantasmas asustan pero no lastiman y lo que no te mata te desilusiona. Por eso caminás.

Condena eterna.



Te vas cansando de empujar el taxi a su destino, porque los taxis no se conducen, se empujan. Si el patrón se entera de que esta naranja está sin jugo pone una nueva en el exprimidor. Son solo quince horas, no te permite soñar pero te da razones para estar despierto. Hoy es solo hoy y mañana es nunca mientras sea hoy.

Fabricante de verdades.



Todo tiene que verse real. La lluvia en la pantalla debe despertar sentimientos sinceros en un publico que solo considera verdadero lo falso y acorde a esto vive.

Juicio.



La tarde intenta embellecer la ciudad para esperar a los fantasmas de la noche que vienen a juzgarlo todo. Pero la horripilancia es tanta que nada pueden los colores ni las buenas intenciones. Los fantasmas la abandonarán por la mañana con la sensación de que nada sirve aquí abajo y que solo la luz del sol esconde la fealdad que reluce por las noches, en la oscuridad.

Basura.



Has hecho de mi basura tu vida y eso me convierte en un deshecho. Te veo revolver mis desperdicios, veo como nos permitimos desperdiciarte, desecharte. Mi indiferencia me convierte en un residuo, en algo que ya dejó de usarse, que ha brindado lo útil para dejar lo fútil. En breve estaré en tu carro. En breve me encontrarás utilidad.

Esencia.


La noche te disuelve como a todos. De nada sirven los afeites y las cirugías. Solo la humanidad se nota, se siente y se intuye y solo de eso podemos enamorarnos o huir asustados. Por la mañana la luz nos robará la identidad y volveremos a ser una marca de ropa o una pobreza. Hoy fantasmas. Hoy humanos. Hoy perfectos.

Luces de noche.

La ciudad nunca está vacía, siempre se llena de soledades y miedos, de fantasmas del futuro que no fue, del pasado que insiste en seguir siendo y el presente imposible. Las promesas aturden con sus ecos mudos y sus gritos de miseria y cartón. La luz del día aún relampaguea en la noche, como una profecía de lo que no va a venir jamás, al menos hasta el amanecer.

Solo humo.



Fumando intentas quemar la soledad, pero el humo del tabaco va quemando lo poco que queda de vos en una voluta interminable y al pisar la colilla aplastamos un poco mas de la companía y nos encontramos tan solos que prendemos otro faso, siempre en soledad.

Parada obligatoria.

Te dicen donde parar y hasta donde seguir. Tu libertad es su juego macabro, su entretenimiento. Te muestran señales de su poder, de su látigo innoble. Pero en tu mente el camino es recto, sin paradas y ahí ellos no pueden entrar. Dejalos que piensen que te tienen, así te dejan ser y se olvidan de vos.

¿Quién anda ahí?